domingo, 16 de noviembre de 2014

Las evidencias nos evidencian.

 
1. Análisis de los aspectos débiles.
 
Todo escrito reflexivo parte de unos supuestos que en el caso de los portfolios toman como fuente argumentativa las evidencias. Es crucial, pues, saber administrar y conseguir con mucha pericia afinar en la recogida y tratamiento de las evidencias que constituyen nuestro"sustrato" argumentativo o punto de partida. No hay que limitarse única y exclusivamente a una colección lineal y simple de las mismas, sino que debemos establecer una gradación por distintos niveles: importancia, fiabilidad, pertinencia...
     El principal peligro de la sociedad de la información es la sobreinformación; necesitamos establecer prioridades y ayudar a nuestro alumnado a que aquella evidencias que forman parte de su reflexión, de su trabajo, reúnan esas características. De este modo logramos que lo que pudiera ser un punto débil y apetecible en la línea de flotación de nuestra argumentación se convierta en una fortaleza.
     Con el fin de lograr inculcar a nuestro alumnado esta necesidad operativa a la hora de reunir datos y evidencias para cualquier escrito argumentativo, propondremos un trabajo de actualidad. En él, a partir de una noticia (una efemérides, por ejemplo) les mandaremos que elaboren un pequeño texto argumentativo en contra o a favor y que se reúnan cinco evidencias con las características pertinentes y dos o tres evidencias que, o bien no sean fiables, o bien que constituyan un fake (noticia falsa que se hace pasar por verdadera); así lograremos que se conciencien de la necesidad de contrastar bien nuestras evidencias para que no nos dejen en evidencia.
 
2. Exposición de retos y acciones futuras.
 
    Una vez que hemos analizado nuestras evidencias y constatamos que cumplen con los requisitos de pertinencia, fiabilidad, etc., podremos dibujar en el horizonte una serie de metas a las que llegar.  La exposición de los retos ha de ser también secuenciada y clara y, en relación a los mismos, se propondrán una serie de acciones que ayuden a conseguirlos. De igual manera, tanto uno como otro han de reunir los mismos principios que habíamos concebido para evaluar las evidencias: la pertinencia de los mismos, la coherencia y, además, otro muy importancia, que es la gradación de la utopía: es decir, que aquello que nos propongamos sea algo accesible a lo que podamos ir llegando.
     Está claro que para esto nuestro alumnado va a tener que necesitar la ayuda de un profesor que tutele todo el proceso y que, entablando un diálogo propicio, ayude a acercar o a alejar los retos que se han de conseguir y a establecer el número y la naturaleza de las acciones.
 
3. Proyección del desarrollo personal y académico.
 
     Lo mejor del trabajo por porfolios y lo mejor de habituar en buenas prácticas para la recogida de los datos fuente a nuestro alumnado es que el proceso es hábil y válido en cualquier disciplina en la que quiera desarrollar su creatividad y su personalidad. En cualquier trabajo de investigación, en cualquier disciplina académica, el proceso de argumentación se establece -al menos en el discurso científico- en base a unas premisas sobre las que se sustenta toda la carga argumentativa del discurso. Si esas premisas (que en terminología del porfolio hemos dado en llamar evidencias) son fiables, sostendrán nuestra argumentación, mientras que si son débiles, harán que nuestro discurso y nuestro trabajo, y por ende, nuestro desarrollo personal y académico se tambalee como un castillo de naipes sobre el que depositamos un bloque de hormigón. 

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